¿Cómo afrontas el día y mantienes la esperanza?

Luz pregunta: Me he quedado alucinada cuando he leído tu perfil. Se ve que eres una luchadora nata. ¿Qué te dices cada mañana para afrontar el día a día? Mantener la esperanza en estos días no es fácil y si además le añades una discapacidad, imagino que no debe ser sencillo, en cambio al ver tu biografía, parece que consigues hacer lo difícil fácil. ¿Cómo lo haces?

Cada uno tenemos nuestros mecanismos de defensa, es decir, nuestras maneras de sobrevivir que desarrollamos en la infancia: ante un palo de la vida a uno le da por salir de fiesta, a otro por atiborrarse de de helado en su habitación y a otro por hacerles la vida imposible a sus empleados. Lo que hace y nos hace daño, es que siempre utilizamos los mismos y sin adaptarlos a la situación.

Ser luchadora puede ser también un mecanismo de defensa, aunque sea admirado socialmente. Está bien, como el resto, siempre que haya consciencia y flexibilidad: en caso contrario, nos encontramos con los efectos colaterales de, por ejemplo, las “madres coraje” (para su salud, para su marido etc).

Yo antes era más “luchadora”. Ahora lo que intento (y digo “intento” porque es extremadamente difícil) es estar en el momento presente: toca planificar la semana, toca planificar la semana; toca escribirte, toca escribirte; toca una caña con una amiga, toca una caña con una amiga. Y lo mismo con las emociones: sentirlas, evitando tanto darles bola con los pensamientos como rechazarlas.

Y actuar como una hormiga en una inundación: ella sigue con su tarea. Tenemos tanto que aprender de plantas y animales! Obsérvalos! simple-mente viven.

Además de que “estar lo más atenta posible”, hace la existencia más divertida. Por ejemplo, en estos momentos, experimento cómo es esto de trabajar por cuenta propia con sus estreses, dudas y demás. Es como cuando uno se va de viaje a la aventura. Es también la actitud que destila la frase, de hace unos pocos años, del recién desaparecido José Luis Sampedro “Soy aprendiz de mí mismo… ahora estoy aprendiendo a morirme…”.

Y también hay que aceptar la desesperanza: la siento, ojalá no la sintiera pues sí, pero ahí está y mejor aprendo a convivir con ella.

Todo esto que te cuento es un camino de aprendizaje para toda la vida, que yo justo inicié hace unos pocos años, para el cual yo me apoyo en la meditación y el auto-conocimiento. Pero, como decía Juan Ramón Jiménez, “…no hay camino”.

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