Te gustaría estar más como cuando juegas super concentrado un partido de tenis? Estás absorto (si empiezas a pensar en lo que vas a preparar para comer o en un problema de trabajo, la has fastidiado). Fluyes. Te da energía. Uuaaau!
Eso es meditar o, como lo llama la ciencia occidental, Mindfulness o Atención plena, con importantes beneficios comprobados sobre la salud física, psicológica, creatividad, autoconsciencia y calidad de vida (ganar libertad, comernos menos la cabeza, que las emociones no nos arrastren tanto…). Aunque no sea la panacea, como actualmente se suele vender, es un camino en el que se puede profundizar en diferentes grados y todos aportan algo.
Meditar es estar en lo que se está, en el presente, que es el único tiempo que existe realmente (el futuro son miedos, preocupaciones, estrés, ansiedad; y el pasado culpa, resentimiento, rumiaciones dolorosas, depresión). Es estar en la experiencia de cada momento (en contacto con uno mismo y el mundo), aceptando y dejando pasar (sin rechazarlos) pensamientos, sensaciones y emociones.
Esta habilidad se va desarrollando con la práctica y, como el patinar, requiere pocas instrucciones pero sí constancia para que luego surja con espontaneidad y podamos ver resultados. Por eso, suele ser recomendable juntarse en grupo una vez a la semana a practicar y/o hacer algún curso para coger fuerzas y proseguir sólo.
No soy experta en meditación pero sí tengo un muy variado recorrido en diferentes sitios y personas, y es probablemente el instrumento que más me ha ayudado de cuantos he probado (y han sido muchos, creedme). Por ejemplo, había intentado multitud de técnicas de relajación y era ponerme a ello y empezar a burbujear los movimientos involuntarios y la tensión. Sin embargo, en la meditación, como “pase lo que pase, está bien”, no me exige relajarme, y así he comenzado a aceptar mis distonías, con lo que la tensión reactiva suele disminuir. Y esta actitud de sentir el movimiento, me ha permitido disfrutar de un masaje (algo vetado para mí hasta entonces), además de mejorar mi coordinación motora en general.
Pero prefiero no explicaros más por ahora y dejaros un ejercicio de un tipo de meditación para que me preguntéis dudas (vídeo One-Moment Meditation):
- Sentado recto, no rígido, con los pies bien apoyados en el suelo;
- Respirar profundamente dos o tres veces;
- Centrar la atención en sentir cómo entra y sale el aire por las fosas nasales, sin intentar modificar la respiración, y contar las espiraciones de 1 a 21 y vuelta a empezar.
- Si te distraes con pensamientos y te pierdes, NO PASA NADA, empiezas de nuevo por el uno.
- Los pensamientos y sensaciones vienen y se van, y tu atención en las fosas nasales.
- Puedes comenzar por cinco minutos antes de desayunar, por ejemplo, pues es importante asociarlo a alguna actividad para así incluirlo en la rutina diaria (como lavarse los dientes, uno no se pregunta si hoy lo hace o no), y evitar el rato de después de las comidas por la somnolencia.
Bien, pues os invito a experimentar estos pocos minutos en los que “pase lo que pase, está bien” y a que me competáis lo vivido y cuestiones surgidas. Os responderé e intentaré daros ideas de por dónde seguir según las inquietudes de cada uno (desde yoga a escalada; desde talleres para el estrés a grupos budistas; etc).
… O deja pasar este tren, que en el fondo no pasa nada 😉