Quedan pocos días para septiembre y el comienzo de curso. Así que se me ha ocurrido proponeros un ratito de introspección a partir de las diapositivas que os presenté el pasado 14 de mayo. Buscad algo para escribir, y un lugar tranquilo para leer y dejaros sentir. ¿Preparados para este breve viaje en globo a ganar perspectiva sobre nuestra vida?
Comencemos por aclarar “¿qué es vivir mejor para mí?” …Ahí va una primera pregunta, bastante dura, para que escribáis, si queréis, la respuesta:
Cómo quiero que me recuerden el día de mi funeral? …es decir, qué es lo realmente importante para mí? CUÁLES SON MIS VALORES? Cuál es mi norte?
…Es un trabajo de introspección difícil y de toda la vida. Pero simplemente pararse ahora en ello puede ser importante: Nietzsche decía “quien tiene un ‘por qué’ para vivir, encontrará casi siempre el ‘cómo’; quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo” (Viktor Frankl: campos de concentración nazis).
Es importante, no obstante, no confundir los valores con metas-objetivos (“quiero ser abogado”) ni con apetencias (“quiero helado”): por ejemplo, algo muy importante para mí puede ser la familia (valor), y puedo querer tener un hijo (meta), pero si por circunstancias no puedo, podré adoptar o colaborar atendiendo a niños (otras metas en la dirección del mismo valor).
También hay que ver si tengo un determinado valor por conformismo o por llevar la contraria a mis padres (que en el fondo es lo mismo porque no lo he elegido libremente).
Resumiendo, es complicado porque sólo somos conscientes de la punta del iceberg; además hay que confiar en la intuición, ya que el sentido sólo se ve a posteriori (caligrafía en Steve Jobs); y tener en cuenta que nuestros valores están en continua construcción (“caminante no hay camino”).
Y con esta cierta idea que tengo de mis valores… ¿CÓMO SEGUIR SU DIRECCIÓN?
Las piedras con las que tropezamos en este caminar, son la mis repeticiones que me hacen daño y hacen daño, tanto a corto y como a largo plazo. Y de esta manera llegamos a la segunda pregunta para que os respondáis: cómo me hago daño? cómo hago daño al otro?
Entonces, a mi entender el “vivir mejor” consiste en:
A) Ir tomando consciencia de estas dos cuestiones (nuestro “norte” y nuestras “piedras”) con mucho amor. Amor y humor son el bálsamo para nuestros enredos y me viene una frase que me encanta “he tropezado tantas veces en la misma piedra, que ya le he cogido cariño”. Las pistas pueden estar en los sitios más insospechados (un encuentro con una vieja amiga, una palabra en un libro…), ayudándome, por ejemplo, a retomar una actividad que sé que me hace bien. Y en este aprender a escucharme, la ayuda del otro es fundamental.
B) Actitud mindfulness (mirad los posts al respecto, please, para no repeatirme… pero recordad que es estar en lo que se está, como cuando se juega un partido de tenis, pues si empiezas a pensar en lo que vas a preparar para comer o en un problema de trabajo, la has fastidiado).
Y ESENCIAL ESTAS PALABRAS DE JOAN GARRIGA:
“En la primera mitad de la vida (variable según cada persona), se trata de ascender a la montaña… donde nos esforzamos, donde tenemos metas y sueños, propósitos personales.
Algunas personas con suerte, o sin suerte quizá (qué sabemos sobre lo que es mejor para el alma), alcanzan lo alto de la montaña, y entonces llenos de sudor pero al mismo tiempo de euforia e importancia, gritan a los cuatro vientos ‘Yo existo!!!’. Habla el ego fuerte y dominante. Se expresa el yo triunfal: algunos egos triunfan con éxito, otros con fama, otros con desdichas, etc.
Sin embargo, entonces, sólo algunos, los afortunados, escuchan la voz sutil del universo que contesta: ‘Y a mí quéeeee!!!’.
Lo más interesante es que después viene inevitablemente el descenso. Y así como el ascenso a la montaña era un proceso supuestamente de ganar (posesiones, afectos, conocimiento, amistades, seguridad), luego viene un proceso de perder, de ir despidiéndose de tantas cosas, salud, ciertos amigos, los padres… y la vida nos prepara para la última y definitiva puerta: la puerta del morir inevitable para todos.
Con suerte algunos encajan el proceso de perder con la misma alegría que la del ganar.
En definitiva es una bendición el ganar y el ascender, y es una bendición el descender y el perder. La vida cumpliendo en cada uno de nosotros su ciclo interminable. Para la vida el Yo personal no es tan importante.”
Espero que os haya servido 🙂