Mi primer festival: a la vejez, viruelas

Hacía como tres años que quería ir a un festival… pero son complicados para sillas de ruedas por el viaje, encontrar alojamientos adaptados, los terrenos abruptos sobre los que se asientan y las aglomeraciones. Alguna vez me lo había planteado con mi silla manual, que no requiere tantas condiciones de accesibilidad, pero con ella dependo de que otra persona me empuje (ya que no puedo auto-propulsarme). Este puente del 15 de agosto al fin lo he conseguido, y además con la silla eléctrica jeje

Jueves al medio día: dos amigos cargan mi Fuyu de 90 kilos en una furgoneta gracias a dos tablones a modo de rampa, hacemos girar las manivelas para bajar las ventanillas y nos ponemos en marcha. Banda sonora, un altavoz portátil que apenas se oye y cuya batería pronto nos abadonará. No obstante, con las adrenalinas segregando llegamos en un plis a Aranda de Duero. Descargamos en el pisito que nos ha dejado una amiga y en 5 minutos estamos en el centro –todo un lujo, la verdad– ¡y comienza la fiesta!

Calles y placitas rebosantes de música y gente… tipas festivaleras con sus bambas, sombrero y gafas de sol; mucho moderno, y looks muy entretenidos de criticar. Toda una gozada de fiesta diurna la del Sonorama! Y después de siesta  y ducha, para el recinto a través de un paseo bordeando el Duero, óptimo para compensar tanto desfase jijiji

Llegamos y un segurata nos abre paso… todo muy bien para silla de ruedas y quiero felicitar a la organización por ello! El único punto negro, que ninguno de los autobuses eran accesibles: como en la vida, nada es perfecto 😉

…Y a gozar! Dos escenarios en los que se alternaban los conciertos; dos carpas, una de música electrónica; puestos… muy buen rollo… ¡y ningún problema para moverme con la silla entre la marabunta!

Bailamos y reímos. Reímos y bailamos. Y yo me flipo en muchos de los conciertos: Hay una zona para personas con discapacidad por yo prefiero estar abajo con el resto, aunque a penas vea… a veces cierro los ojos y viajo, otras bailoteamos entre los colegas, y otras todos los asistentes nos alienamos en la música como una sola tribu ¡y venga endorfinas!

Luego te encuentras a gente de tu pueblo, conoces a otra interesante y divertida, pasan cosas que continuarás recordando decenas de veces con los amigos… Tres días de lo más intensos, ya os podéis hacer una idea 😉

Cito cinco grupos: Belle & Sebastian, Mendetz, Travis, Lori Meyers y Supersubmarina. Y dos temas que sonaron:“Mi realidad” de Lori Meyers y “La tormenta de arena” de Dorian. El primero por ser quizá “mi canción” y sentirla tan intensamente vivida por todos lo que estábamos en el concierto fue inefable. Y el segundo por ser “la canción” de este grupo de amigos al que me siento TAN afortunada y orgullosa de pertenecer.

La música nos hace humanos. En todas las culturas, en todos los estratos… celebraciones, rituales, momentos íntimos… cómo es que todos los bebes se mueven a su ritmo? cómo es que a ese tipo de la otra punta del mundo le emociona la misma pieza que mí? Contacta con nuestra sombra y también con nuestro micelio. Es un viaje hacia fuera y también hacia dentro. Tatúa momentos.

GRACIAS, amigos, por hacerlo posible! 

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